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Unos días de monzón en Indonesia

1° Etapa. La llegada: Buenos días Yakarta! Aunque más que buenos días tendríamos que desearos buenas noches ya que mientras vosotros dormís o seguís con la fiesta, nosotros, en estas casi antípodas, nos disponemos a salir en busca de algo de fruta y otras alegrías que nos restablezcan y reorienten el cuerpo después de un largo viaje. Ayer aterrizamos aquí, en Yakarta, la capital tanto de Indonesia, el archipiélago más grande del mundo (sólo 17.000 islas de nada) como de la isla de Java, que tiene también el ranking de ser la más poblada del mundo, hecho que puede apreciarse fácilmente. Del mismo modo que sucede en otras ciudades del Oriente tropical, la numerosa presencia de personas se dibuja en el paisaje urbano de contrastes extremos. Por un lado una naturaleza exuberante y frondosa de impresionantes y generosos árboles floreados junto a alegres cantos de aves de cola larga que trinan en sus copas; por otro, rascacielos de aspecto malhumorado, edificios apelotonados, chavolas, puest

Una vez probado el alivio

Expresarse como uno es después de haber pasado una infancia y juventud escondido, con miedo a que le delaten, señalen, insulten, humillen o golpeen como en tantas veces durante estos años en el colegio, el instituto, los espacios de ocio o en la misma acera, es un alivio. Poder vivir expresándose, mostrarse amando libre y públicamente a quien le dicte su corazón y su sexualidad sin el temor y el terror de ser castigado por ello, es un tesoro que sólo los que hemos sufrido una represión así durante parte de nuestras vidas, sabemos de su inmenso valor, de su significado: es el sabor de la libertad, el alivio de ser uno mismo. Y es precisamente la posibilidad de volver a perderlos (el alivio y la libertad) a cambio de volver a los días de "anonimato forzoso", de estigma, de mentiras y temor, lo que nos pone la carne de gallina cuando vemos que las agresiones físicas y verbales hacia las personas homosexuales, transexuales o de diversidad de género son cada vez más frecuentes y r

Postales de verano 14: Variables y decisiones

De la espiral emocional en la que Bianca se encuentra inmersa en este momento, evidentemente, Francesca y Alex no saben nada. Ellos, como ya se ha dicho, han ido al hospital a ver a Irina, que todavía sigue allí después del accidente que tuvo con los dos alemanes y la italiana en la playa, y en el que estuvo a punto de partirse el cuello si no fuera porque la mano del destino prefirió que no fuera así y que la joven se quedara todavía con nosotros formando parte de este entramado de variables y decisiones al que llamamos vida. Nadie sabe por qué lo hizo, solo el devenir de los días nos dará la respuesta. Ya en el hospital, Alex se ha encontrado inesperadamente con Natasha, la otra rusa, que ha aprovechado para llevárselo fuera de la habitación y reprenderlo por haberles dejado tirados a ella y a Jimmy en su cita de esta mañana. – О чем ты думаешь, идиот? (¿En qué piensas, idiota?) –le ha dicho. –Has perdido una oportunidad de oro. Obviamente, la excusa que Alex ha puesto a Nata

Postales de verano 13: El funeral

–Estoy hecho polvo –dice Acke, el hijastro del alcalde, antes de absorber la última ostra–. La muerte del viejo ha sido un mazazo. La ciudad está consternada. –Sí, era un buen tipo. –Que buen tipo ni qué coño. Era un hijo de la gran puta y se merecía morir como nadie, pero era como un padre para mí, joder. Oye, tú –le dice al camarero–, tráeme media docena más. ¿Estás seguro de que no quieres?  –No, son todavía las diez. –Ay los franceses, no sabéis lo que queréis... Escucha, Jimmy  –le advierte poniéndole  la mano en la nuca y atrayéndolo hacia él–  te lo voy a decir solo una vez: no me hagas tú también de lameculos, ¿ok? No se te ocurra joderme. A esta panda de alrededor se lo permito porque son imbéciles y no dan más de sí, pero a ti, no, ¿me oyes? Tú eres demasiado listo.  –He entendido. –Muy bien –dice soltándole–. Me alegro…   Y ahora tómate unas otras y una copa de champán conmigo. ¡Tú! –vuelve a dirigirse al camarero–, tráele a este una ración de ostras y una copa.

Postales de verano 12: Cenicienta

  –Folla como un tigre –le dice Francesca a Bianca antes de marcharse–. Es una bestia. Me pone loca… Ciao, bella, he quedado con él. Vamos a ir al hospital a ver a tu novia. –No es mi novia –se queja Bianca. –Lo que tú digas… La pobre Irina. Anda, cara mia , tú descansa un poco que te hace falta. Tienes muy mal aspecto… Ciao, ciao … Nos vemos esta noche en el Buda… ¡Y descansa! Cierra de un portazo. Tras el eco que deja el golpe viene el silencio. Un silencio discreto al principio, pero que rápidamente invade el apartamento hasta rodear la garganta de Bianca apretándola como si fuera una áspera soga. –¡Mala puta! –estalla de repente la joven, refiriéndose a Francesca –  ¡¿Por qué siempre tienes que tener tanta suerte?! –grita con rabia dando un puñetazo contra el sofá –  ¡¿Por qué? ¡¿Por qué?! ¡¿Dios mío, por qué?! –y da otro golpe– ¡¿Por qué?! –y otro– ¡No hay derecho! –protesta– ¡No! Encolerizada, va de un lado a otro de la habitación conteniéndose. Pasa a la cocina y aqu

P sobre fondo verde Teatinos

  Con la flagrante sequía que estamos viviendo y con el temor latente a las consecuencias del cambio climático, hasta ayer, uno no podía dejar de preguntarse asombrado cuando pasaba por el barrio malagueño de Teatinos, por qué se regaría con tanto descontrol y derroche sus parterres y zonas ajardinadas. Por fortuna, de vuelta a casa se me despejaron todas las dudas. Como sabréis de puro empacho, la campaña de las elecciones municipales y algunas autonómicas comenzó hace unas horas, a media noche. Pues bien, poco antes de que se diera el pistoletazo de salida, en los previos, me encontré con el señor De la Torre, alcalde de Málaga, subido en un escenario bien decorado con toda su correspondiente parafernalia electoral y erigido a pie del Boulevard Louis Pasteur. Para quien no lo sepa, el Boulevard Louis Pasteur es el eje principal a través del cual se vertebra uno de los proyectos urbanísticos por los que pasará a la historia (local) el regidor, el barrio de Teatinos, nirvana de todo

El flautista de Hamelín y la distinción

Supongo que todos conocemos el cuento de los hermanos Grimm de El flautista de Hamelín. Ya sabéis, aquel en el que una ciudad, la de Hamelín, se libró de una mortífera plaga de ratas gracias a la intervención de un ingenioso flautista quien, tocando su instrumento, acabó con ellas antes de llevarse a todos los niños del lugar como escarmiento al no recibir pago alguno de la ciudad después de hacer su trabajo.  Pues bien, no sé si a vosotros también os pasa que encontráis un gran paralelismo entre esta historia y la situación de la sanidad pública y los sanitarios de nuestro país, ya que es fácil encontrarlo. Del ven y sálvame durante la pandemia hemos pasado, cuando nos hemos visto fuera de peligro, como hiciera la ciudad de Hamelín, a una desagradecida indiferencia que se sacude el recuerdo de los peores días ante las justas reivindicaciones que los sanitarios reclaman. Sus peticiones, como en el caso del flautista, consisten en el pago y reconocimiento de su trabajo, nada más. Un n