El ángel exterminador

Hoy leo: Aznar, Vargas Llosa y Álvarez de Toledo firman un manifiesto en contra de las medidas del confinamiento.

Automáticamente, este titular me conduce por los túneles y pasadizos del cabezón hasta la risa; también hasta la película de Luis Buñuel, no tan surrealista, "El ángel exterminador”. Para quien no la conozca, la cinta trata de un grupo de burgueses que son invitados a cenar en una mansión después de asistir a una función de ópera. Van encantados, se regocijan y una vez terminado el ágape nocturno se dan cuenta de que no pueden salir de la habitación en la que se encuentran. Pasa el tiempo y los invitados, encerrados, poco a poco van perdiendo las buenas formas y la amabilidad que mostraban entre ellos, volviéndose cada vez más salvajes.

Seguro que la conexión entre la película y el titular es fruto de la crítica que el periódico New York Time hizo a José María Aznar hace unos días, en la cual se le tildaba de irresponsable al haberse marchado a todo gas con su séquito (que no prole) a la segunda residencia que posee en Marbella el mismo día en el que cerraron colegios y universidades de Madrid a causa de la pandemia del Covid19. Tenían miedo. Pobres.

Ahora, tras cuarenta y pico días sin salir de casa, estos mismos de Marbella, junto a su séquito, con su pompa habitual, firman un manifiesto en contra del confinamiento. Es muy probable que, como a los burgueses de El ángel exterminador, a ellos les esté sucediendo lo mismo, es decir, se estén “asalvajando”, volviendo a la forma primigenia anterior al pecado original y, por favor, que herejía para la burguesía, eso sí que no.

Lógico, entonces, que firmen con la misma prisa con la que salieron de Madrid. Los pobres, que habrán perdido el control de las formas al permanecer encerrados sin poder salir de sus vaya usted a saber cuántos metros cuadrados frente al mar, con piscina, pista de pádel, barbacoa y enanos en el jardín. Los pobres, que estarán dejando de lado las reglas de cortesía y distinción, hastiados de recibir pelotazos de sus contrincantes de pádel o de comerse los chuletones de buey chileno quemados por la inquina familiar. Los pobres, que a estas alturas tendrán atrofiada su exquisitísima educación, aunque veamos que se resisten a no desprenderse de ella mostrando su solidaridad con Vargas Llosa, que vive sin vivir en él desde que el parné de sus superventas no le llega para hacer acopio de papel higiénico, con tanto baño retro en casa de Miss Porcelanosa 1989. Yo te lo dije. Los pobres, que deberán de estar a punto del desequilibrio, casi esfumada la cordura, al verse privados de movimiento, así como la señora Álvarez de Toledo (alias la loca de la casa), que desde que la obligan a no pasar los fines de semana en Disneyland París, California u Orlando con sus hijos, dicen las malas lenguas, va y viene por los corredores como ida, gritando y gimiendo con lágrimas en los ojos: “cuqui, cuqui, cuqui”.

Pues sí, que injusto se les está haciendo a algunos este confinamiento, me cago en la leche, Merche. Les parece tan injusto que, solidarios como son por su exquisitísima educación, redactan y firman un manifiesto contra el confinamiento. Ellos, los Aznar y su séquito, los del rancho, que quieren acabar con el trastorno que están sufriendo en Marbella y, por extensión de su solidaridad, en Madrid. El mismo trastorno, seguro, que todos esos españoles, mucho españoles, que viven en apenas y escasos no sé cuantos metros cuadros frente a un mar, pero de hormigón, sin más zonas verdes que la de una raquítica orquídea o tomatera, sin más piscina que el plato de ducha y, en muchos casos, sin enanos ni balcón.

¿Quién dijo que las películas de Buñuel eran surrealistas?

He dicho.

Elromeroenflor

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Homo Nimius

El vídeo de los abrazos

Taiwán: Sun Moon Lake