Postales de verano 9 (3ª parte)
Ya es de noche y hay luna llena. El top de la tanga-bikini atigrado verde-amarillo de Bianca está tirado sobre la arena de la playa, embadurnado de grasa y restos de pescado pues la italiana, en la huida, ha corrido con la dorada estrujada contra su pecho. El top está para tirarlo, pero eso ella todavía no lo sabe, aunque cuando lo haga le dará igual; en la Costa del Sol hay cientos de tiendas de chinos donde se pueden encontrar muchos como ese a precio de ganga. De la dorada ya no queda nada, salvo la cabeza desmembrada del animal junto al bañador de palmeras y paletas de ping-pong de Karl, que se esparce al lado de la tanga atigrada rosa-negro de Irina que ha caído junto a la tanga bikini de Bianca, no muy lejos de su bolso de charol fucsia y el bañador de periquitos verdes sobre fondo naranja de Lukas. Sí, efectivamente, los cuatro están desnudos en el mar y los cuatro juegan como niños a salpicarse agua, a reír y maravillarse con el reflejo que la luna deja en las gotas que esta