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Mostrando entradas de agosto, 2020

Postales de verano 3: Ego, luego existo

  La espuma del mar se abre delante de Kolenka. Rompe una ola. Apenas puede abrir los ojos, es lo único que ve. Rompe otra. Unas cuantas gotas le caen en la cara. Hace calor. Las gotas le refrescan. Huele raro, agrio. No lo identifica, algo así como a sushi California, agrio agradable. ─ Pero al de Fumisawa Sushi en Petrovka Ulitsa esquina con Dmitrovsky Pereulok que, sin duda, es el mejor. El de Mr Lee no huele así, es más, está asqueroso, seguro que los hacen con gato. Su sushi California huele a mierda de gato. Da igual ─concluye rendida . Le duele demasiado la cabeza para pensar. Rompe otra ola y cierra los ojos. Otro soplo de frescor, menos mal. Bajo ella la arena le calienta la parte inferior de su cuerpo. Abre los ojos y una hormiga, o algo parecido, sube y baja los pequeños montículos. ─Para ella seguro que gigantes ─piensa─. Tú puedes, guapa, tú puedes. Sube, baja, vuelve a subir. Las hormigas nunca se cansan, nunca les pasa como a ella en estos momentos que no se puede

Postales de verano 2: La taberna de Platón

  Y así se queda Irina, bajo la sombrilla de penacho tropical protegiéndose del rudo calor de la Costa del Sol, abstraída, mirando cómo aquella mujer prepara lo que parece un bocadillo de tortilla de patatas a los niños que corren a su alrededor. Una playa a continuación. Busca su smartphone, el mismo que sigue pagando a letras de a seis mil rublos al mes, y toma una instantánea que sube a Instagram con el pie de foto “много жира в Испании”, es decir, “mucho gordo en España” o algo parecido por gentileza de Google Translate. El mar, el sol, rocas… Rocas. Le pica la nariz, aunque una mano caliente y húmeda que se posa en su hombro le hace olvidarlo. Es Bianca. Where is my friend? Francesca, my friend. Le pregunta medio afónica en inglés italianizado. Mamma mía, bellissimo! Se interrumpe a sí misma y exclama desorbitada cuando repara en la escena playera que momentos antes ha tenido absorta a la rusa. Saca su aparato inteligente, también pagado a letras de a cuarenta euros al mes por